Tras doce lunas de triste invierno
el bosque ansía dejar
el gris.
A todo mi ancho y largo, un latido, soterrado
se hace sentir , es… como un susurro, preso
en verdes brotes de
enredaderas:
Vamos…vengan…que vengan
todos.
Un eco ampliado por el
crujido de la hoja seca:
¡Vayamos a pintar la
rancha!
Eterna pareja de queltehues replica el llamado a las aves
¡Vengan, que vengan todas!
Acudan sin vergüenza desde el búho al colibrí,
cada uno, una pluma para esparcir el color.
¡Vengan!, los enanos custodios del bosque
con sus cometas de
arcoíris,
las aspas del viejo molino lograrán la mezcla perfecta.
Juntos, hagamos esto
sea un llamado universal:
desde mayor a pequeño, siendo varón o mujer.
A falta de madre y padre,
bienvenidos sean, los hijos, los nietos
y aquél fiel amigo
que no ha de venir.
Quitemos la manta de lana y ondeemos, cual bandera,
al aire la blanca sábana:
¡vengan, es aquí, muy dentro y fuera del corazón!
Mientras,
una dulzura de madreselvas me
evoca color
Amor.
Amanda espejo
Quilicura, diciembre - 2017