miércoles, 23 de noviembre de 2016

Poema VERDUGO DE AMANECIDA





Amable, compasiva

la noche extendió su brazo

desde tu alma a la mía.

y henos allí, desnombrados

sin argumento alguno

compartiendo fantasías

con los ojos bien abiertos, inmersos

en el plano de lo NO real.


Mundos paralelos          fantasmagóricos

eso siempre hemos sido.


En contrapunto, moneda de cambio

se nos otorga el consuelo de los sueños

y la corta vida que ellos albergan:

¡gozosa aventura mágica!

el revés del dolor

el consuelo, la risa-llanto.

Esa implosión que acrecienta

hasta el mínimo latido… es

un estirar del brazo

el alargue de los dedos

un agarre de cintura

y ese vaivén que nos mece

desde lo bajo a lo alto

por toda la geografía.

Texturas.

Sabores que se entremezclan

de lo dulce a lo salado.

Una extraña melodía

sin palabras, comprendida

es la que colma el oído y el deslizar de las horas.

¡Duérmete!, y duérmeme toda

que aún no trinan las aves ni ululan las sirenas.


¡Ay, noche!

Solo en ti no existe el día ni la amargura que implica.

¡Qué verdugo el despertar!





Amanda Espejo

Quilicura / noviembre - 2016



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