Ahora haces falta, hombre
cuando el muchacho es crecido y con la madre no basta.
No hay cimiento que se afiance si no hay la pared contraria.
Hoy, tú le haces falta.
Cuando ya sabe de amores, de traición y desconfianzas
y retenido se halla
el abrazo de la niña que a su corazón llama:
esa que lo nombra padre, la dulzura, la añorada…
No exagero: le haces falta.
Aunque no sepa tu nombre
aunque no esboce tu cara
en su sangre te percibe y es tu abrazo lo que aguarda.
No dejes que la amargura contamine la esperanza
ni que la muerte te “cobre” con ese peso en el alma.
No mezquines,
no le niegues la certeza
de reencontrarse en tus ojos y escucharse en tu palabra.
Te lo digo sin rencores, sin envidia y en voz baja:
hoy, sé le haces falta.
Amanda Espejo
Quilicura / junio - 2016
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