martes, 13 de mayo de 2014

# BringBackOurGirls , y la apatía por disipar


Mañana  se cumple  un mes desde que los noticieros mundiales se estremecieron con una noticia proveniente de Africa, Nigeria: “Un total de 276 estudiantes fueron secuestradas el pasado 14 de abril en Chibok (estado de Borno, noreste de Nigeria), donde está instalada una importante comunidad cristiana. De ellas, 223 siguen aún en manos de los secuestrados (el resto consiguió escapar)”.  Fanáticos fundamentalistas en el norte de esa nación africana -específicamente,  la milicia islámica Boko Haram- se atribuyen orgullosamente esta aberración y piden, a cambio de sus rehenes, liberen a integrantes de su facción terrorista, bajo amenaza de venderlas si no se cumple lo exigido. (1)

Las reacciones a este infame acto han sido múltiples, y la indignación a atravesado fronteras a través del planeta juntando las voces en un solo grito: ¡BringBackOurGirls!, ¡Devuelvan a nuestras niñas¡ Y es que resulta casi imposible dimensionar este acto de barbarie, a no ser que, empáticamente, nos pongamos en el lugar “del otro” para imaginar, levemente, lo que pudiésemos sentir. El ejercicio resulta devastador, más aún, después de escuchar el descarnado relato de algunas jóvenes que lograron huir de sus captores casi por milagro.
Espontáneamente, y como lógicamente se produce en un mundo globalizado y tecnológico, las redes sociales comienzan a difundir una campaña de repudio mundial que insta a liberar las niñas ¡YA!(2) , a la que se suman personas de toda índole, cuya mayor preocupación es el atropello a los derechos humanos de esa madres e hijas que son secuestradas, convertidas a la fuerza y bajo amenaza de  venderlas como una mercancía de ínfimo valor, con un posible futuro que aterra siquiera vislumbrar.

Hasta aquí, leo lo que escribo, y nada parece salir de lo establecido para un comentario de actualidad, opinión, etc. Sin embargo, no puedo dejar de hacer hincapié en una de las motivaciones que me guiaron a transcribir estas palabras: es, el asombro ante la desidia* de muchos sectores ante esta desgracia. Principalmente, me descoloca la actitud de quienes tan ostentosamente se han etiquetado siempre como defensores de los Derechos Humanos, y también, la actitud del mundo cultural, léase artistas en general. Por mucho menos, los “representantes” de la Cultura Humanitaria han hecho grandes campañas, organizando marchas, protestas, velatones, foros, o lo que sea para llamar la atención hacia lo demandado. En esta ocasión, “la cosa” ha andado floja. Al parecer (y me disculparán si soy malpensada), hay factores que…trancan las ansiadas manifestaciones. Yo no sé si influye el que sean mujeres las raptadas ( hay algo en el imaginario colectivo masculino que piensa  no hay otro destino para ellas que ser usadas), el color de su piel (son de raza negra, pobres y “lejanas “para el mundo occidental), o tal vez, esa  atenuante anticipada que suele recibir por un amplio sector  todo acto terrorista de origen musulmán, ante  el argumento: “son reivindicaciones justas en respuesta a los atropellos sufridos por A, B, o C”.

Cualquiera de las anteriores me parece inaceptable. Más que ello, indignantes; cobardes reacciones pensadas en la conveniencia de quedar bien “con dios y con el diablo”, gesto que caracteriza a nuestra raza desde el principio de su gesta. No hay día en que deje de asombrarme por una u otra razón, esta práctica que tanto resalta en Chile, aun  no pudiendo asegurar, no sea  virus mundial.

 Si de nuestras redes sociales se trata, además  de reflejar demasiada superficialidad y desvergüenza  -amén de incultura-  hay algo de “monería” en ellas, una inclinación a repetir lo que está en boga, aunque sea el más estúpido de los hashtag (etiqueta) dejando de lado lo que sí importa, simplemente,  porque “no es rentable en términos de nuevos contactos”, o porque “te desperfila”, o porque” te desenmascara”, te “deja vulnerable”, en fin, variados de motivos que frenan impulsos solidarios de quienes  podrían ser parte de esta marea solidaria y constructiva que no debiese, por nada del mundo, hacer distinciones entre quienes necesitan apoyo, justicia, y el necesario “amor de prójimo”, tan caído en el olvido y que tanta falta nos hace.


Seguramente, el ver hace unos días a Michelle Obama portando el cartel de “BringBackOurGirls” no surtió nada de efecto para una gran parte de la ciudadanía que rechaza personas opiniones y actos tan sólo porque su ideología no les parece. Es esperable que ahora, al ver a nuestra presidenta atreviéndose a posar con el mismo cartel, den “una vuelta de tuerca” a su rigidez y sí se sumen a una campaña que NO ES moda, sino, un recurso aprovechable que brindan las redes sociales del mundo, algo muy de agradecer cuando de buenos fines se trata.

Amanda Espejo
Quilicura / Mayo - 2014


*Desidia:  término que procede de un vocablo latino que hace referencia a la negligencia o la inercia. La desidia, por lo tanto, está asociada a la falta de cuidado o aplicación y a la apatía.

Enlaces relacionados:
(1)    http://www.cooperativa.cl/noticias/mundo/africa/nigeria/boko-haram-pidio-liberacion-de-prisioneros-a-cambio-de-ninas-secuestradas/2014-05-12/061526.html

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