jueves, 9 de febrero de 2012

CASAS VIEJAS

Esquina de Quintero - Chile - 2012


CASAS VIEJAS
(o Algo siempre se descascara)


Con toda seguridad, estas a cuyas imágenes me refiero ahora, no clasifican en la categoría de “casas viejas”. Añosas tal vez. Residencias antiguas o inmuebles deteriorados. No lo sé…todo depende del ojo de quien mire. En mi caso, estas “casas viejas” revestidas por una dignidad perenne e incorrupta al paso del tiempo, han sido para mí, desde siempre, motivo de fascinación. Y es que algo (o mucho) de literatura tienen. También de cine, que no es otra cosa que una historia en imágenes, y muchísimas de ellas se escribieron y filmaron en torno a “la casa embrujada” conque, más de una vez, se sobresaltaron nuestras noches de infancia. Personalmente, lo admito, además de su siempre bella arquitectura, lo que me atrae de ellas son, precisamente, sus historias; el tiempo de vida habitable que tuvieron y las tramas que se fueron tejiendo durante ese devenir.

Siempre me pasa lo mismo: mi intuición, sin caer en llamarla sobrenatural, parece captar misteriosas ondas magnéticas que pululan por los espacios abandonados como reteniendo entre sus oscilaciones cada detalle de lo allí acontecido. ¿Exceso de imaginación? No podría asegurarlo ni desmentirlo.


Mientras observo alguna de sus ventanas pienso…¿cuántas personas habrán asomado por ellas? ¿Cuántas se habrán protegido con sus celosías para luego, atisbar con disimulo por entre las hendijas de la madera? ¿Cuántas manos habrán corrido y descorrido sus cortinas al completarse el ciclo de noche y día? Y sus sinuosos pasillos…¿por cuántos pies fueron aplanados en un interminable ir y venir de pisadas en todos los tamaños? Y las puertas…¿a qué tipo de personas dejaron pasar o negaron su entrada? Sin duda, la retahíla de preguntas se me antoja interminable.





Peor su pone el asunto si logro traspasar el umbral de alguna de ellas, porque ya rodeada de sus muros - testigos de vidas pasadas - me es imposible sustraerme a la tentación de suponer cómo fueron los momentos allí vividos. Cómo y cuántos fueron sus habitantes. ¿Hubo niños corriendo y cantando algarabías en sus desvanes, altillos y rincones “mágicos”? ¿Fueron felices en aquella época de su vida? ¿Sufrieron, por el contrario, de desgracias que marcarían para siempre hasta el techo que los cobijó? ¿Amaron quienes nacieron y murieron entre sus paredes? ¿Se estremecieron hasta sus esencias con todas las manifestaciones de la naturaleza humana?

Humberstone - Chile - 2010

Fuera de mi ensoñación, la razón me dice que así debe de haber sido, y que ello no tiene nada de raro o excepcional puesto que a toda persona y en todo lugar suele pasarle lo mismo. Lo que me perturba, lo que me inquieta es comprobar, a través del vacío que queda de manifiesto en esas, “mis bellas casas”, es lo efímero de la existencia humana. Tan inobjetable, que nuestras propias creaciones superan en mucho el tiempo de vida asignado a nosotros. Todo lo que se siente, lo que se hace, lo que se crea, sufre y ama, todo, hasta nuestro gesto o acto más mínimo no puede superar un promedio probable de existencia más que comprobado por la ciencia y conocimientos todos. Lo demás son recuerdos, intenciones, luchas en cuerpo y alma de hombres y mujeres por trascender, por ir en contra de unas reglas que no sabemos (sólo suponemos) quien dictó, en las cuales, cualquier acto de orgullo en cuanto al “ser” es castigado de raíz con la sentencia de “ya no ser”.

De todo ese empeño, no queda más que la cáscara, ya que “lo que no sabemos” supera en mucho a lo aceptado. Cáscaras nuestras quedan deambulando por este mundo de una forma u otra y según el oficio y talento de cada cual. En el caso de un científico, quedan sus descubrimientos, los avances logrados precisamente, para prolongar esta existencia. De un profesor, quedan sus enseñanzas y la forma de aplicarlas, que marcan en nosotros toda una forma de enfrentar las cosas. Del artista quedan creaciones miles que reproducen en distintas disciplinas, todos sus intentos en emular la “Creación Primigenia”.

De los arquitectos y constructores quedan, precisamente, estas edificaciones: cáscaras, que ya vacías, albergan en desafío la esencia de quiénes se niegan a abandonar el tiempo ya ido y pasan a inspirar la imaginación de quienes como yo, también se empeñan en dejar algo a la posteridad, aunque sea algo tan simple como esta “cáscara” hecha de letras, hiladas a modo de texto solidario para con ellas, las Casas Viejas que persisten en múltiples rincones de nuestro cotidiano entorno.

Solemos no verlas porque tal vez (pálido remedo de nuestro propio abandono) nos asustan, pero allí están.





Amanda Espejo
Quilicura/ Febrero - 2012

3 comentarios:

  1. Me gusta tu manera exponer el sentimiento que te produce el ver las casaa viejas...........me recuerda nuestra abuela Laura cantando con nostalgia........Se van se van , casa viejas queridas o en esas ventanas de Santa Victoria con Carmen, cuando en las noches de Verano nos contaba historias y se asomaba a la ventana y entonaba NOCHE DE RONDAS, son tantos recuerdos que evocan aquellas construcciones derohidas y despintadas, solas, silentes....expectantes de personas que las descubran como tu para tener , solo tal vez un momento de gloria , antes de quedarse dormidas y abandonadas en el tiempo . Lindo texto hermana.........felicitaciones

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    1. Gracias hermana...como siempre, tus comentarios son un conjunto de vivencias que vuelven a la memoria trayendo gratos recuerdos.
      Si te provoqué todo eso...me siento muy feliz!

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    2. Bernardo Astudillo12 de febrero de 2012, 6:05

      Me encanta el tema. Yo soy un admirador de las casa viejas, como tú dices, pero por sobre todo aquellas cuyas ruinas se aparecen en cualquier esquina de la ciudad, como esas del centro, antiguos y derruidos palacios, vestigios de una época de mejor pasar, ahora convertidas en cascarones olvidados, refugios de vagos y perros callejeros. ¡Y sus fantasmas, qué decir de esas formas sublimes que habitan los corredores derruidos! Te felicito por tu prosa, como siempre. Limpia, clara, entretenida.

      Te dejo por ahora. Me llegó pega.

      Besos

      Berni

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